La sauna de calor infrarrojo supera ampliamente las cualidades terapéuticas de la sauna convencional. En un sistema calórico infrarrojo, sólo el 20% de la energía infrarroja calienta el aire, dejando el otro 80% dispuesto para ser directamente convertido en calor por nuestro propio cuerpo.
Un ejemplo claro: en un día de sol pero frío, si nos exponemos a los rayos de sol veremos como estos calientan nuestro cuerpo pero no calientan el aire de nuestro alrededor. Esto tiene una explicación, el sol no emite calor, sino unas ondas electromagnéticas que en contacto con cuerpos condensados se transforma en calor. Lo que significa, que nuestro cuerpo recibe el calor infrarrojo de manera totalmente natural, y no solo lo recibe sino que lo absorbe. Incluso si, después de verificar que esos rayos de sol han calentado nuestra cara, permanecemos al sol unos diez minutos más, comprobaremos como los rayos de sol han calentado nuestra espalda que jamás estuvo expuesta a ellos directamente. Esto determina que el calor infrarrojo es capaz de traspasar nuestro organismo.
Por tanto, la sauna de calor infrarrojo, mediante un calor ambiental de solo 40 a 60 grados, produce mayor sudoración en el cuerpo, aproximadamente 3 veces más que la sauna convencional de aire caliente, la cual utiliza de 80 a 100 grados. Un menor nivel de temperatura es mucho más sano para aquellos con problemas cardiovasculares o baja tensión.
Como hemos visto, los rayos infrarrojos obtienen un mayor nivel de penetración en nuestro cuerpo, propiciando una acción terapéutica para mejorar trastornos circulatorios y cutáneos, aliviar dolores reumáticos, musculares, etc.
Si desea ampliar la información acerca de este producto, puede encontrar varios apartados de su interés dentro de esta misma página en la columna de la izquierda.