Desde hace un año tanto mi mujer como yo mismo disfrutamos de una sauna Yukane, la más económica, la más sencilla, para dos personas. Nuestro juicio tiene un valor añadido: contamos con otra sauna -una en cada casa, la vivienda habitual y la de fin de semana- que ya teníamos desde hace tres años. Esta última es algo más grande, para tres personas y del tipo habitual, totalmente de madera, menos la puerta, con un calderín y piedra volcánica a la que se le puede echar agua para producir vapor. No tenemos hijos y el uso de ambas ha sido siempre solo nuestro. La comparación se hizo inevitable desde el primer momento y para ser breve, si el circunstancial lector de estas líneas tiene prisa, le diremos que de poder hacerlo ahora mismo cambiábamos la primera por otra Yukane. Apuntaré otro valor añadido, si bien es cierto que mi mujer conoce estos baños -en nuestro caso y en lo posible, diarios- desde hace pocos años, en el mió debo decir que hago sauna desde hace cincuenta años, tengo ahora setenta y dos, mi mujer solo treinta y dos. Ambos ejercemos la medicina, sobre todo con técnicas orientales, acupuntura, naturopatia, etc. tenemos consulta en Santiago de Compostela y aconsejamos a nuestros pacientes, que no son pocos, la alimentación adecuada, el ejercicio, y la sauna, quien pueda tenerla en casa mejor, de lo contrario, hoy por hoy, hay numerosos balnearios y gimnasios que la ofrecen. Pero, la que aporta Yukane es diferente: su calor aparenta ser menor, con lo cual resulta más placentero, más llevadero, pero penetra mucho más en el cuerpo, con lo cual el proceso de desintoxicación es mucho mayor. Mi cuerpo, ya por los años y por tener una afección ósea de cierto grado, percibe con notable claridad los beneficios de este sistema que, por otro lado, en estos últimos años ha puesto de moda una empresa japonesa con una sauna de precio inalcanzable para una familia, solo apta para un servicio comercial público.
Dr. José Luis de Elorriaga y Canosa